Hay colaboraciones que no se planean: simplemente ocurren, como si ya estuvieran escritas.
Así nació este encuentro entre Rocío Esquilas, diseñadora de interiores, y Sara Benavente, creadora de alta joyería personalizada.
Dos universos creativos que se reconocen como espejos: el de los espacios que se sienten y el de las joyas que cuentan historias.

El origen de una mirada
Rocío entiende el interiorismo como un proceso humano y profundo. Antes de imaginar un mueble o una paleta de color, observa, escucha y traduce lo que percibe en quien habita cada espacio.
Su forma de crear es fluida, intuitiva y empática; transforma las necesidades cotidianas en belleza habitable.

“El azul es mi color, mi personalidad: abierta, cercana, en constante fluir. Es mi manera de estar en el mundo.”
— Rocío Esquilas
El diálogo joya-espacio
De ese diálogo nació una joya única: unos pendientes de oro blanco con centros de aguamarina, creados especialmente por Sara para Rocío.
La pieza fue un regalo de su madre, un gesto lleno de ternura que se convirtió en símbolo de etapa vital. Sobre el significado personal de los pendientes, Rocío nos cuenta:
“Representan una nueva etapa para mí, como mujer madura. Tenía claro que el color azul era importante en mi vida y Sara dio con lo que estaba buscando. Los uso a diario, me encantan y me ofrecen comodidad.”
El diseño parte de una forma sinuosa, inspirada en el movimiento del agua: un recordatorio del cambio constante, la adaptación y el fluir. La aguamarina, piedra de las sirenas, guarda el equilibrio entre emoción y claridad: la esencia compartida entre ambas creadoras.
“La aguamarina, con su azul cian, representa la personalidad de Rocío, la montura ondulante y suave su constante y armónico fluir con la vida"
— Sara Benavente



La sensibilidad compartida
En el trabajo de ambas, la belleza no se busca en la ostentación sino en la emoción.
Rocío crea espacios que cuentan etapas de vida, y Sara diseña joyas que acompañan esas etapas.
Ambas trabajan con lo íntimo, con lo auténtico, con lo que perdura.
Rocío, comenta: “Intento que cada proyecto tenga algo que destaque del día a día: una lámpara inesperada, el color de una pared, un detalle que emocione.” y para Sara,«Crear diseños que acompañen a quien los lleva y sigan hablando de ella con el paso del tiempo. Mi propósito es diseñar joyas capaces de reflejar la historia de quien las habita, preservando su atemporalidad».
Un compromiso con lo humano
Rocío Esquilas y Sara Benavente comparten la misma visión ética: lo importante no es solo el resultado, sino cómo se crea.
Ambas defienden los procesos locales, el trabajo manual, los materiales nobles y la honestidad del oficio.
“Gracias a los oficios manuales conseguimos lo que somos: belleza que nace del trabajo humano», afirma Rocío. En la misma línea,«Solo a través del proceso artesanal se alcanza la autenticidad. Cada joya guarda la huella de las manos que la crearon, y esa imperfección sutil resalta su autoría y es lo que la hace única» añade Sara.
El encuentro
Lo que comenzó como una colaboración se transformó en una conversación entre dos lenguajes distintos que se descubrieron afines. Entre joyas y espacios, entre azul y luz, entre manos que crean y ojos que sienten.

“Este encuentro me recordó que cuando dos disciplinas se miran con respeto y sensibilidad, ambas se amplifican. Lo esencial no es el material ni la técnica, sino la emoción que permanece cuando todo lo demás desaparece.”
— Sara Benavente
Si un espacio pudiera ser una joya, en la mirada de Rocío sería cálido, atemporal y lleno de vida.
Y si una joya pudiera convertirse en un lugar, en las manos de Sara sería un refugio íntimo, creado para permanecer.
Una joya, un espacio, una historia compartida.
Gracias a Rocío por dejar plasmar su historia y talento en este artículo de nuestro Journal.